POR ESO
Gracias a que me voy de la boca, a que nunca me detengo a pensar doble y a mi proverbial desatino en cuanto a sentimientos, me ha sido negado hablar de otra cosa que no sea de las cosas de este mundo.
De tal manera que no hablaré de andar los rincones contigo, ni de las glorias en tus labios, ni los infiernos en tu destierro, tampoco diré nada a nadie sobre los milagros al amanecer, redimiendo las noches de perdición, desde hoy seré un mortal más, por (tu) voluntad propia y sin marcha atrás.
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