Prometo que ahora si, ya no volveré a buscarla.
Nunca más despertaré (como antes) en sus brazos, ya no quiero esperar su llamada, prometo que no voy a soñar con nuestros hijos ni de que carácter ni de que aspecto pudieran haber sido, no voy jamás a buscar la rendija por la que veo, sufriendo y gozando, su caminar de niño, su risa de esperpento. Desde hoy, voy a ser otro, que no conoce la dicha de su abrazo, que jamás murmuró su nombre, ni respiró su aliento, otro, que ni siquiera sabe que existe, y que no la extraña, porque no sabe que su complemento es con ella, en ella y para ella; otro tipo, que ignora lo feos que tiene los pies, y que detesta los mariscos, uno que nunca sabrá a lo que saben sus besos y sus desprecios, que jamás lamentó haberla conocido y que jamás se alegrará de por fin, atreverse a salir a la calle.
Hoy salgo a la calle nuevo, como el niño a su primer día de clase.

Reviso esto que escribí hace unos años y me doy pena, me doy pena porque ahora (luego de unos años) mis sentimientos no son tan intensos, mi corazón ya no es arrebatado y mis penas son menas. Será cosa de unos años....